jueves, 15 de febrero de 2018

VIAJE A ROMA: Urbi et orbi

Último día en la ciudad. Tantas cosas por ver y tan poco tiempo por delante. ¡En fin!Descartando, con pena y dolor, decenas de cosas pendientes, a primera hora y subiendo una cuesta que ni el Angliru, llegamos al mirador de Gianicolo. El día estaba totalmente despejado, permitiendo admirar las estupendas vista de Roma que hay desde el alto.Lástima de árboles sin podar, que dificultaban encontrar la foto perfecta.
Ahí hay un muro!Subámonos.
Esa zona es un gran parque boscoso bastante bonito; hay también una estatua de Garibaldi XXL (del militar, no los de la Ventanita del amor) y un montón de bustos de héroes italianos (¿os acordáis del cabezón de Art Attack? Pos eso)Desde la colina cogimos un bus que nos dejó en la Piazza de la Rovere. Un poco de callejear y ya estábamos en la Plaza de San Pedro del Vaticano  (¡Monumental!). Esquivando a guías turísticos varios y a turistas hipnotizados, nos hicimos allí una sesión de fotos que ni la Vogue.
Como las 4 habíamos estado de viaje de estudios en Roma, ya en un momento muy inicial de la planificación, descartamos la visita a los Museos Vaticanos (donde se incluye la Capilla Sixtina). El plan en principio era visitar solo la Basílica de San Pedro, que es gratis. ¡Hasta teníamos audioguía!Pero...¡¡menuda cola amigo!!. Antes me cruzo la plaza de rodillas que esperar esa infinita fila. 
Paseamos por el Vaticano, que no olvidemos que es otro país y acabamos desayunando en un McDonals de la Ciudad Santa (parece una blasfemia, pero no)

Holi desde el Vaticani
Algunas compras en tiendas santas (¿cuántos tipos de rosarios puede haber en el mundo?) y de cabeza al Castel Sant'Angelo. Lugar impresionante, sobre todo en conjunto con el puente de acceso.
Modo Ángeles y Demonios

Siguiente parada: colina del Aventino. Destino: Il buco de la serratura, también llamado el "secreto de Roma". Una puerta donde, si miras por el ojo de la cerradura, ves unas vistas impresionantes de San Pedro. Mmmmmm...¿cómo decirlo?....¡nop!. No sé si es temporal o no, pero nosotras veíamos una cosa negra que no dejaba ver bien la cúpula. De corazón digo, que no merece mucho la pena subir ahí. Lo único que un poco más abajo, hay un jardín de naranjos muy mono y tranquilo, desde donde también se puede apreciar la mar de bien la Ciudad Eterna.
La serratura propiamente dicha

Haciendo el panoli
Tocaba comer. Como somos así de especialitas, nos fuimos hasta la Piazza Navona. Por fin pudimos ver la zona sin los parapetos del rodaje. Hoy sí era la verdadera Navona. Comimos uno paninis (bocatas de toda la life) en Il tagliatere (vía Agonale 12). Embutidos de muy buena calidad y paninis de buen tamaño, que compensaron el miedo a "clavada" que pasamos.
A las 15:30 comenzábamos el último free tour del viaje. Partíamos de Piazza Venezia, justo debajo del balcón de Mussolini (el "buen" señor daba aquí sus discursos al populacho). Por delante fueron 3 horas de dedicación absoluta por parte de la guía turística (Iratxe). Pasamos por el Teatro de Marcelo, la Puerta de Octavia, el barrio judío, el Campo di fiori, la Piazza Farnese y el Trastévere. Todo con múltiples paradas, contando Historia e historias. Una gozada de visita donde aprendes un poquito más de esta mágica ciudad.
Antes de hacer parada técnica para tomar algo, nos adentramos en Santa María del Trastévere (recomendación de nuestra guía); una bonita iglesia medieval con unos preciosos mosaicos bizantinos.
Agotadas, pero contentas, volvimos al bar San Calisto a tomarnos unos spritz (bebida muy popular en Roma donde mezclan vino espumoso con Aperol o Campari. 3€)
Como unas romanas más. hicimos la compra en un supermercado cercano y paramos en casa a "descargar".
¿Qué cenar?¿qué cenar?¿pizza?¿pasta?¿pizza?¿pasta?...Venga, ¡pasta!. Repetimos en el Pasta e Vino (faen buen camino.jajajajajaja, No lo pude evitar); eso sí, variando los platos, que hay que probar de todo. Como en la ocasión anterior, nos encantó todo.
Con pesar, nos dimos nuestro último paseo por el barrio y nos fuimos a casa a hacer las maletas (o ¡a intentarlo!)

Para cerrar las entradas dedicadas a este viaje, he tenido muchos dudas de la película a elegir. Horas de intensa concentración y estudio me han llevado a escoger las dos que tenía en mente. ¡Soy incapaz de quedarme solo con una!. Sin ningún orden en especial, aquí os las dejo:

1ª.- La gran belleza (Paolo Sorrentino, 2013). Ya la he mencionado en una entrada anterior hablando del Bar San Calisto, pero es que...nunca verás tan bonita la ciudad como en este film. Geb Gambardella es un escritor y periodista, que ve la vida pasar rodeando de la alta sociedad romana, tanto económica como cultural. Entre la indolencia y el hastío pasa un verano, analizando el propio vacío de su vida. Espesa...donde las haya; preciosa...es poco decir.

2ª.- Ángeles y demonios (Ron Howard, 2009) Para paladares menos exquisitos aquí llega una peli palomitera de las de toda la vida. Tom Hanks recupera su papel de Robert Langdon; en esta ocasión seguirá pistas por toda Roma para resolver una serie de asesinatos relacionados con Los Iluminati. Entretenida e ideal para un domingo resacoso. Como extra sale mi siempre amado Ewan Mcgregor.

Y aquí pongo fin a un maravilloso viaje. ¡Hasta la próxima!


Sigue las pistas 


sábado, 3 de febrero de 2018

VIAJE A ROMA: Ver Nápoles y luego morir

Día para descansar de Roma. Decididas a realizar una excursión exprés, ya en España reservamos un billete en el AVE italiano (Italotreno) para Nápoles. Sorprendentemente, encontramos una ofertaza de Halloween con el 60% de descuento (¡Búpili!). Así que por unos 35€ y en una hora de viaje, nos plantamos en Nápoles a las 11:40.
En la estación central (Plaza Garibaldi), hay una oficina de turismo, donde nos dieron un mapa más bien cutre, pero útil. La primera impresión de la ciudad fue horrorosa. Los alrededores de la estación dan pánico al miedo, o por lo menos por las calles por donde nos metimos nosotras. Nos encontramos en medio de un mercadillo chungo, donde no dejaban de atacarnos coches y motillos, daba igual por donde nos pusiéramos. No dejaban de sonar sirenas de ambulancia y policía; los edificios parecía que se iban a caer en el momento menos pensado. Vamos, ¡un cuadro!. Echándole valor, seguimos avanti y conseguimos llegar a una zona "segura". Las motos seguían atacando a los transeúntes, pero el ambiente era algo más relajao. El centro histórico también está para unas 10 capas de escayola y pintura, pero según iba pasando el tiempo, le empezábamos a  encontrar un encanto especial que nos acabó enamorando.
Nuestra primera parada fue la Catedral de San Genaro (más que un santo para los napolitanos. ¡Lo adoran!). Entrada gratuita como en casi todas las iglesias italianas. Entramos en la cripta donde están a buen recaudo las reliquias del buen señor. Por cierto, la figura del santo que se encuentra en el altar es de plata bien bruñida. Brilla como una bola de discoteca.
Que me quitan los belenes de las manos!!!!!!!
Callejeando por la ciudad, que está llena de vida y de cosas flipantes (esqueletas XXL, altares en las fachadas, vendedores callejeros vociferando...), llegamos a la calle de los belenes (San Gregorio Armeno). Una empinada cuesta donde se amontonan las tiendas de artesanía de belenes.
Enamoradas quedamos de todas las piezas, desde las más pequeñas hasta las más gigantescas.
Retrocedimos un poco para parar a comer en una pizzería llamada Di Matteo. Archiconocida y abarrotada, con una horda de gente esperando a la puerta que nos transportó a un capítulo de Walking Dead. No asustarse!!La mayoría de gente está pidiendo comida para llevar, y un "amable" napolitano te apunta en una lista de espera y te dice que esperes 20 minutos. Independientemente de la gente que esté haciendo cola, él siempre te dirá '20 minuti!!!'; aunque en su defensa, he de decir que lo tiene todo muy controlao.

La publicidad gratis siempre vende
Aprendiendo a preparalos en 3...2...1

Sentaditas y hambrientas nos pedimos una pizza por barba (no olvidemos que estamos en la cuna de este manjar) y un arancino (arancini en plural) por cabeza (bolas de arroz rellenas de carne y queso, rebozadas y fritas). ¡Madre mía, que ricos!. Encima, superbarato todo. ¿Para que pedir más? Todo un acierto la comida.
Para bajar el banquete, nos dimos un paseo por la zona y avanzamos hasta el Convento de Sta. Chiara (6€ la entrada...va a ser que nop) y la Piazza del Gesú (pa muchos chiste dio este nombre). Cabe señalar que en todo el recorrido no dejas de ver palazzos e iglesias (todo muy venido a menos, pero no por ello menos impresionante). Situadas en la Vía Toledo (principal eje comercial), caminamos admirando las coloridas callejuelas que conforman el Barrio Español.
Paramos en la Galleria Umberto I. Fue una lástima que la estuvieran adecentando; la mayoría estaba cubierto por andamios (nuestros archienemigos en los viajes).
 Avanti!!llegamos a la Piazza del Plebiscito (¡enorme!). Allí se puede admirar el Palacio Real (¡cuando Nápoles era nuestro! De la que se libraron los probes) y la Basílica de San Francisco de Paula. Llamadas por el olor a mar, llegamos al paseo marítimo donde te recibe de pleno el Vesubio.
Todo tranquilo en el Vesubio, por el momento
Caminamos tranquilamente siguiendo el mar; aquí el ambiente es mucho más tranquilo y clásico, teníamos la sensación de haber cambiado de ciudad. Llegamos al Castel dell'ovo, desde donde hay unas maravillosas vistas del puerto y la bahía. Estaba anocheciendo y decidimos sentarnos en una de las terrazas que tienen dos chiringuitos cutres que hay en medio del paseo.¡¡La mejor decisión ever!! Vimos el atardecer mientras tomábamos un algo (todo a 2 y a 2,50€. ¡Sin medias tintas!) y contemplando al famoso volcán. ¡Reinas del extrarradio nos llaman!
Sacando fuerzas, caminamos hasta el Metro más cercano (Municipio. Billete sencillo a 1,10€) y después de dos paradas ya estábamos en la Estación Central. De vuelta a Roma, pero ya sabeis...Vedi Napoli et poi mori.

Para variar, hoy voy a recomendar una serie en vez de una película. Basada en el libro de Roberto Saviano: Gomorra.
Serie oscura y violenta, donde se sigue los pasos de la camorra, a través de la familia Savastano y de la mano derecha del jefe del clan, Ciro. Una Nápoles controlada por la droga, la mafia y la violencia. La serie es de las de cocer a fuego lento, pero una vez te pones...no puedes apartar los ojos. Totalmente recomendable; hoy en día se está emitiendo ya la tercera temporada.

Aclaro que también hay una película basada en el libro de Saviano, la tengo en "pendientes"