Era nuestro último día en la ciudad condal, y nos apetecía tomárnoslo todo con relax y filosofía. Nada de colas para ver monumentos, ni de pateadas infinitas a rebufo de los grupos de turistas japoneses.
A primera hora bajamos hasta las Ramblas y el barrio gótico; la mañana la pasamos ojeando tiendas y puestos, a estas alturas no nos había comprado casi nada, y eso, no se podía permitir!!!!
El tiempo seguía acompañando (que sol!que luz!que calorín!), y nuestra peregrinación por terrazas barcelonesas nos llevó a pagar la caña más cara hasta el momento (3.30 euros!!!! Me pregunto si estaba fabricada por un monje alemán, o si contenía oro procedente del anillo único. "Travelbar", te tenemos fichao pa los restos!!!)
Entre tienda y tienda, nos llegó la hora de comer, y en esta ocasión nos inclinamos por un mejicano situado en la carrer del Banys Nous. "Panchito" es el nombre; habíamos leído buenas críticas por internet (nunca sin mi Tripadvisor) y la simpatía del camarero nos acabó de animar.
La comida es casera y buenísima; nosotras comimos a la carta, pero tienen una opción de menú del día muy interesante (10.50 euros). Antes de irnos, el camarero todavía tuvo el tiempo (estaba él solo para todas las mesas) de invitarnos a un par de chupitos de tequila. Viva Méjico!!!
Por la tarde Rambla p'aquí, Rambla p'allá...gótico arriba, gótico abajo...A última hora, ya agotadas, no se nos ocurrió otra cosa que ir al cine (definitivamente, este viaje estuvo plagado de cosas especiales y diferentes). Justo al lado de la Plaza de la Universitat, fuimos a los cines Aribau; en la zona hay unas cuantas salas, muy cerca unas de otras.
Con todo el pesar de nuestro corazón, teníamos que ir pensando en la vuelta. Eso sí, volvimos con la sensación de que Barcelona es una ciudad viva, donde cada rincón te puede sorprender y maravillar.
La mañana de nuestra partida, y haciendo honor a nuestro sistema de vida en la ciudad, nos paramos en una terraza a tomar una última caña. Adeu Catalunya!!
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