El conocimiento de antiguas ruinas en una pequeña zona de la Campania muy cercana a Nápoles, se tenía desde siempre; pero no fue hasta 1738 que el futuro Carlos III de España, entonces rey de Nápoles, encargó unas prospecciones en el área de Herculano. Se hallaron algunas estatuas espléndidas, así que se decidió ampliar la búsqueda. No fue hasta 10 años más tarde cuando se comenzó a excavar Pompeya, aunque la ciudad no fue identificada como tal hasta 1763. Este es el punto de partida de uno de los hallazgos arqueológicos más importantes de la Historia.
Una terrible erupción del Vesubio sepultó las ciudades de Pompeya y Herculano en el 79 dc. Tradicionalmente nos hemos quedado con el día 24 de agosto porque es la fecha que proporciona Plinio el Joven, que habla del noveno día antes de las calendas de septiembre como datación de la desgracia en una carta que envía al historiador Tácito 25 años después de la erupción. Hay corrientes que ponen en duda esta fecha, porque muchas víctimas vestían ropajes de lana, evidentemente poco adecuados a tan caluroso mes; pero resulta una réplica endeble, ya que cuando uno huye de un cielo de cenizas puede ponerse cualquier cosa por encima para protegerse. Lo que sí choca más es la aparición de granadas, fruta propia de noviembre.
Herculano estaba ubicada más cerca del volcán, por lo que sus habitantes quedaron reducidos al instante a esqueletos abrasados; sin embargo, los de la más alejada Pompeya, fueron cubiertos por una ceniza que, al enfriar, endureció alrededor de los cuerpos que conservaban carne. Cuando, con el paso del tiempo, esa masa orgánica se pudrió, dejó su forma hueca en el manto que la envolvía. Giuseppe Fiorelli, primer gran director de las excavaciones de la ciudad tuvo, en 1860, la sencilla pero genial idea de rellenar aquellos huecos para crear los famosos moldes de yeso. Gracias a esta técnica hoy podemos ver en que postura quedaron muchos pompeyanos en el momento de morir.
El análisis de los restos de estos seres humanos que vivieron hace 2000 años ha traído ya algunas sorpresas, aunque posteriores estudios auguran muchos más. Un ejemplo curioso es la estupenda dentadura que presentaba aquella gente en un tiempo donde la higiene dental debía brillar por su ausencia. La explicación es que seguramente llevaban una dieta con pocos azúcares, típica de la dieta mediterránea.
También se desmonta la teoría de que quedaban en la población solamente ancianos y débiles que no podían huir con rapidez. No es así, los esqueletos analizados muestran individuos de todas las edades. Aparecen muchos huesos rotos, lo que indica que no fue el ahogamiento la causa de todas las muertes, sino que también fallecieron por impactos muy fuertes.
También se desmonta la teoría de que quedaban en la población solamente ancianos y débiles que no podían huir con rapidez. No es así, los esqueletos analizados muestran individuos de todas las edades. Aparecen muchos huesos rotos, lo que indica que no fue el ahogamiento la causa de todas las muertes, sino que también fallecieron por impactos muy fuertes.
ULPIANO CHECA (Colmenar de la Oreja, Madrid 1860- Francia,1916) es uno de los grandes de la pintura española, reconocido mundialmente en su época y un tanto olvidado después por sus propios compatriotas, cuando se empezó injustamente a denostar la pintura historicista del XIX por considerarla antigua frente a las nuevas vanguardias. Afortunadamente, hoy en día se está recobrando la figura de unos artistas que nos dejaron auténticos documentos históricos en forma de pintura.
Checa se basó en la novela de Bulwer-Leytton para realizar su obra “Los últimos días de Pompeya” (medalla de oro en la Exposición Universal de 1900). Es un óleo sobre lienzo de gran formato (359x550 cm) donde Checa muestra el caos provocado por la huida de los pompeyanos. Entre todos forman una amalgama aterrorizada, de la que tampoco se libran algunos caballos enloquecidos y guiados a duras penas por hombres que están dispuestos a llevarse por delante a sus semejantes con tal de escapar de la tragedia.
El suelo que pisan es ya blanco debido a la ceniza y asemeja a un mar de espuma. En la parte superior es donde se observa de donde viene la desgracia, de un sitio más alto que tiñe el cielo de un color rojo intenso.
La obra se puede contemplar en el Museo Ulpiano Checa, situado en su localidad nata, Colmenar de la Oreja.
Checa se basó en la novela de Bulwer-Leytton para realizar su obra “Los últimos días de Pompeya” (medalla de oro en la Exposición Universal de 1900). Es un óleo sobre lienzo de gran formato (359x550 cm) donde Checa muestra el caos provocado por la huida de los pompeyanos. Entre todos forman una amalgama aterrorizada, de la que tampoco se libran algunos caballos enloquecidos y guiados a duras penas por hombres que están dispuestos a llevarse por delante a sus semejantes con tal de escapar de la tragedia.
El suelo que pisan es ya blanco debido a la ceniza y asemeja a un mar de espuma. En la parte superior es donde se observa de donde viene la desgracia, de un sitio más alto que tiñe el cielo de un color rojo intenso.
La obra se puede contemplar en el Museo Ulpiano Checa, situado en su localidad nata, Colmenar de la Oreja.
No hay comentarios:
Publicar un comentario